En busca de carreteras sinuosas

Saliendo de Millau, la subida al Pouncho d’Agast, un saliente rocoso que domina la ciudad, ofrece unas vistas impresionantes de la ciudad de Millau y del famoso viaducto de Millau. La luz matinal es excepcional. En la cima, tómese unos minutos para dirigirse a la derecha, a la zona de despegue de parapente y ala delta. La vista es simplemente espléndida y el espectáculo de las velas multicolores girando en el aire siempre es espectacular.

Con sólo unas pocas curvas amplias, este descenso bastante corto se abre a las gargantas de Jonte y Tarn, con vistas a los pueblos de Peyreleau y Le Rozier.

Una primera vista de los acantilados rectos de las gargantas y su enfilado…

Peyreleau y Le Rozier.

Si eres un fanático de la velocidad, tendrás que seguir adelante. Si lo que buscas es un subidón de adrenalina, ¡éste es el lugar! Una estrecha y sinuosa carretera «de montaña», donde los permanentes escarpes ofrecen unas vistas impresionantes de las gargantas del Jonte. Una visita obligada para los lugareños, y de lo más sensacional.

Un toque de la calle Lombard de San Francisco para esta zambullida en el corazón de las Gargantas del Tarn. El inicio es una ruta por el acantilado con espectaculares vistas de las Gargantas y La Malène, un pueblo semi troglodita enroscado en los bajos acantilados de las gargantas.

El final del descenso es ideal para desgastar el filo de los neumáticos de tu moto: una sucesión de curvas cerradas entre parapeto y acantilado. Un auténtico kif motero!

Un puerto que recuerda a la alta montaña. Ruta muy frecuentada por los ciclistas (las curvas están señalizadas), su trazado sigue las laderas de las Gargantas del Tarn, ¡entre acantilados a un lado y panoramas impresionantes al otro! Aquí, la carretera es ancha, lo que facilita tomar las curvas en moto. En la cima, el mirador de Point Sublime. ¿Puedo describírselo? No hace falta, ¡el nombre lo dice todo!

Por favor, tenga en cuenta la pronunciación. Boyne se pronuncia Boïne, no Boine, ¡miladiou!
En este punto, nos adentramos en la Vallée du Tarn, con sus viñedos, huertos, campos de alfalfa y cabañas de piedra (al borde de la carretera) que son en realidad antiguas bodegas semitrogloditas.

Abre tu casco o visera, los aromas campestres se despiertan a menudo aquí. La carretera es relajante y baila el vals de las curvas a los amplios cordones.

¡V a todos!»

Bruno